Robert Francis Prevost, elegido como el representante de Dios en la tierra para la Iglesia Católica, eligió el nombre de León XIV para su pontificado.

Pero hace varias décadas escogió el deporte como actividad para cultivar su cuerpo y espíritu.
El fútbol y el tenis, se conocen como sus disciplinas deportivas favoritas.

A la raqueta se dedicó durante buena parte de su juventud, mientras que a la pelota lo vincula una afición surgida en la década de los ochenta en Perú.

Tenista aficionado
En una entrevista publicada hace casi dos años por La Orden de San Agustín, confesó que extraña el tenis.
“Me considero un tenista aficionado”, señaló Prevost sobre su afinidad deportiva.

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Durante su larga estadía en Chiclayo, Perú, Prevost se las arreglaría para encontrar tiempo a su afición.
Practicaba el tenis en la cancha del colegio Santa María Reyna de Chiclayo y algunas veces también en el Jockey Club.

El sumo pontífice aseguró que desde que dejó Perú apenas ha tenido ocasión de practicarlo.
Aun así, mantiene intacto el deseo de volver pronto a la pista.

Futbolero
Varios medios de comunicación de Perú, aseguran que su verdadera pasión futbolera se inclina hacia Alianza Lima, uno de los tres grandes del país andino.

También es conocido su cierto afecto por el ‘Ciclón del Norte, el club Juan Aurich, equipo que hoy disputa la Liga 3 del fútbol peruano.

La elección de León XIV confirma una curiosa continuidad en el Vaticano: el gusto por el fútbol entre los pontífices.

El Papa Francisco se ganó el cariño al declararse hincha de San Lorenzo de Almagro, y ahora el sucesor mantiene viva esa conexión con el fútbol.

También disfruta
Además del tenis, el pontífice expresó su gusto por otras actividades que disfruta con pasión,
Dijo deleitarse con la lectura, los paseos y los viajes, así como del contacto con la naturaleza.

Mencionó que le agrada conocer lugares distintos y disfrutar del campo cuando se le presenta la oportunidad.

Estas preferencias reflejan una forma de descanso centrada en lo sencillo.
Todo ello forma parte de una rutina pausada que contrasta con el ritmo del Vaticano.

Por: AGENCIAS