Las crisis alimentaria, económica, política, energética y de credibilidad, planetaria, son efectos primarios del Covid19. Esto recién empieza. Debemos cultivar una inmensa hortaliza de paciencia.
Los sistemas sanitarios europeo y estadounidense, no resultaron tan buenos como creíamos. Su grandeza era propaganda.
Primero dijeron que las mascarillas no servían. Se retractaron. Luego que el virus “sobrevivía” 24 horas en una superficie. Se retractaron. Esperaban una variante menos transmisible: llegó la Delta. Naufragamos entre los desaciertos oficiales y la desinformación del movimiento anti-vacunas.
Lo único seguro es que hoy estamos más pobres y asustados, con naciones sin vacunas. Pero a Jeff Bezos y unos pocos les sobra plata, el planeta les queda pequeño, pasean por el espacio.
La pandemia terminará con la próxima. Polio y sarampión sustituyeron la gripe del 18; el SIDA los sustituyó y Covid, que sustituyó al SIDA, terminará con otra. Ocurrió así durante el último siglo.
Y, como es costumbre humana, cuando tenemos lo que queremos, que la pandemia termine, vendrá otra peor: el SIDA se contagiaba por sexo, el Covid por aire.
Creían que el SIDA era un castigo, pero debías envolverte con infectados; ahora el Covid te infecta sin envolverte con nadie.
Las consecuencias del Covid están en todas partes. Cuando los ingleses primero sufrieron escasez alimenticia y de combustible dijeron que eran problemas con los camioneros. Otros dijeron que esas fueron consecuencias de su separación de la Unión Europea.
Portugal no tiene problemas de camioneros ni salieron de la Unión Europea, pero pagan unos siete euros por galón de gasolina.
Los combustibles y alimentos están caros donde están disponibles. Donde no escasean, es la “nueva normalidad” Covid19.
Las pandemias y revoluciones no ocurren un día, son épocas completas, procesos infecciosos y políticos, cuyo inicio todos conocen, pero nadie sabe con toda seguridad cuándo terminarán.
